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EL BARRIO DE LA PUERTA ORCERA.

Pintura del barrio original de Juan Martos

Las Puertas del  Barrio.

     Este barrio es en realidad una sola calle, que comienza en una parte de la muralla donde había una puerta que daba acceso a un camino de herradura que llegaba hasta la vecina localidad de Orcera y, en la punta allá, termina en el Baño Moro. Aquí se encuentra otra de las puertas de la muralla que rodeaba la población de Segura de la Sierra, llamada “Puerta Catena” que daba acceso en la antigüedad, al poblado romano de Catena.



Puerta Orcera


Puerta Catena

Cuando llegamos a Segura en el año 1987, compramos la casa que fue del hermano Eustasio, vecino del pueblo que enviudó muy joven quedándose con siete hijos; la mayor era Juana, con catorce años y la menor, Julia, nuestra vecina, con cinco meses. Cuentan mis vecinos que Eustasio era un buen hombre, a él no lo conocimos, pero su espíritu aún ronda por las habitaciones de la planta baja de la casa, que aunque reformada conserva su forma original.      Según mi amigo Julián, las hijas de Eustasio junto a otras vecinas del barrio (las hijas de Marcelino y Andrés), se juntaban  los domingos por la tarde alrededor de la chimenea de la casa y allí acudían los muchachos del pueblo con sus guitarras y laúdes a echar una “miaja” baile, entre jotas serranas y modernuras de la época.

El Hermano Estasio.

El Hermano Eustasio


Grupo de trabajadores de Segura de la Sierra, demoliendo a “pico y pala” parte de monte en la entrada de Segura  para la construcción de la Aserradora. En el centro el Hermano Eustasio que hacia las funciones de encargado.

Recuerdo de los vecinos que se fueron. fueron.

     Con el paso del tiempo se han ido yendo muchos vecinos del barrio para siempre: Vitorio, a quien parece que lo vemos tirando de su borrico, siempre con el cigarro en la boca trabajando por  todo el pueblo, con su indiscutible tono de voz;  Baldomero, ya jubilado cuando lo conocimos, fue guardia municipal del pueblo. Se decía que se encontraba muy enfermo, hasta el día de su jubilación. Cada mañana salía de su casa tirando del cordel de una cabra  con la azada al hombro hacia el hortal del Baño Moro;  no tenía hijos y murió antes que su mujer Celedonia, también fallecida.

Baldomero en la puerta de su casa.

Juanito Floro, marido de nuestra vecina Julia y su madre la hermana Julia, siempre vestida de negro; mi vecino Francisco  “Quisco”, invalido desde hacía mucho tiempo, siempre sentado a la sombra del árbol que aún existe en la entrada de su casa y escuchando la radio, me hablaba de cuando se iba por la Sierra junto a Valeriano, el padre de “los Tetes”, a tocar con su guitarras y bandurrias por los cortijos. Él fue quien  me contó que cada uno de noviembre iba a cantar a un cortijo pero según la costumbre, fueron “secuestrados” antes de llegar por los vecinos del cortijo de al lado, para que cantaran para ellos. Al lado de Quisco, estaba su mujer, Bienvenida, que hoy día no vive en el pueblo.

Andrés “El Bandolero”.

   Finalmente nombramos a Andrés “El Bandolero”, hombre fuerte que tuvo nueve hijos y que siempre hablaba con tristeza cómo le asesinaron a uno en Suria. Conocía mil historias de Segura, como cuando a su padre le atacó un lobo por la Carrellana.

El Hermano Andrés.


Vista del camino de la Carrellana desde la Puerta Orcera.

Juanillo el Lobero.

Esto le dio pie para hablarme de “Juanillo el Lobero”, que se dedicaba a llevar por las cortijos lobeznos que había sacado de las camadas y los lugareños le daban comida a cambio, porque así les libraba de ataques de futuros lobos. Me contó como “Juanillo el Lobero”,  le quitaba los lobezno a sus madres; llevaba a su hijo a una cueva dónde sabía que había un loba con lobeznos. Allí desnudaba al hijo y le obligaba a que entrara en la cueva. Cuando le pregunta que veía, el hijo contestaba “.....padre hay una loba con cuatro lobillos, pero la loba me enseña los dientes........, y el padre le decía: tú no te asustes, coge un lobillo y me lo traes y así hasta que quede tan solo uno. Éste no se lo quites y verás como no te hará nada”..


Los cuentos del hermano

Andrés “El Bandolero”.

Las Brujas de Orcera.

       Pero a la historia que con más ganas contaba era la siguiente: una noche al principio de verano, en época de la siega, estaban su padre y él con sus animales  en el valle. Estaban durmiendo, le entró ganas de “mial” (como él decía) y salió fuera del chamizo que tenían para resguardase; mientras tanto oyó desde el cielo un ruido y un” guitarrero” tremendo y al mirar vio un grupo de brujas que iban volando con sus escobas. Llamó a su padre quien le dijo que no se asustara porque las brujas esa noche estaban de danza: ….“mira hijo, cuatro son de Andújar, tres de la Iruela y las que siguen la danza son de Orcera”…. Tal como lo contó, así lo reproduzco.

Los vecinos.

   En nuestro barrio viven en la actualidad, Antonia y Justo, José y Angelita con su hijo Sergio, Juan, Mariana y su hijo Javier (que pasan largas temporadas en los huecos de Bañares),  Julia con sus hijos Eva, Fabián, Juan Antonio y Esther, estos dos últimos ya casados, Bienvenida, Juan Antonio, hijo de Justo, con su mujer Cristina y sus hijos Ana y Mario, Desi y  su cuñada Antonia con su hijo Enrique, un sobrino de la Hermana Julia, Feliciano que aunque vive con Felicidad, cuñada de Julia, pasa el día entre el hortal y la cocineta que tiene a la espalda de la casa de Bernarda.


Antonia y Justo.

Angelita, Sergio y Jose.

Ramón y Bernarda.

Eva, Julia y Fabi.

Feliciano.

    Bernarda y Ramón viven en Súria (Gerona) pero  su corazón está en la Puerta de Orcera, porque Ramón nació en esta calle. Además de ellos, estamos los veraneantes: María, hija del “Bandolero”, y  Emilio su marido,  con su hija Paqui y su marido Salvador. Pedro y Esther, los últimos en mudarse desde Barcelona al barrio y por último, nosotros, Miguel y Amalia de Jaén que sentimos el barrio y sus vecinos como algo nuestro.    


Paqui y Salvador.

Mariana y Javier.

Juan.

Desi, Antonia y Enrique.

La fiesta del barrio.

   A mediados de agosto coincidiendo con  las fiestas de la Virgen de Orcera, nos juntamos casi todos los vecinos con nuestras familias y celebramos una fiesta en el barrio. Organizamos una verbena por todo lo alto, con guirnaldas de luces y banderas de colores. Cada casa cocina para la fiesta alguno de los platos típicos de la zona: fritao, guisado de carne, pisto, papas asadas, morcillas de piñones y blancas, chorizos, ajo atao, pipirrana, salmorejo...... A nuestra fiesta acuden mucha gente, pero lo mejor son los músicos: Paulino, Moncho, Julián y Esteban o lo que es lo mismo “Segura Viva” que se acompañan con bandurria, laúd y guitarras para amenizar la verbena. Todos cantamos y bailamos, sobre todo cuando llega el momento de la jota serrana, porque es cuando las vecinas se animan más y salen a bailar, olvidándose de sus los achaques.

La Verbena.

Las Vecinas bailando la jota serrana.

Julia y su hemana Juana

Pepi y Quisca.

 La despedía.

     Este es nuestro barrio y su gente, que nos han abierto sus casas y sus corazones a los que llegamos de fuera. Nosotros a cambio, nos adaptamos a su forma de vida y como solemos decir: que nos inviten a las bodas que también estaremos en los entierros.

Estampas del baño moro.

Los músicos.

Atardecer en el barrio.

Tarde de tormenta en el valle.

Mañana de niebla en le valle.

Nevada en el barrio.

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